
Ante la perspectiva de un posible euro digital, el Banco Central Europeo (BCE) considera necesario medir exhaustivamente su impacto en el sistema bancario de la eurozona antes de tomar cualquier decisión definitiva. Margarita Delgado, vicegobernadora del Banco de España y miembro del consejo de supervisión del BCE, subrayó la importancia de evaluar las implicaciones que un euro digital podría tener en la estabilidad y rentabilidad del sector financiero.
Con una decisión programada para octubre, el BCE se encuentra en la encrucijada de decidir si avanza con la implementación de un euro digital, una iniciativa diseñada para abordar la carestía de proveedores de servicios de pago en Europa. Esta medida adquiere aún más relevancia después de que la Unión Europea respaldara legalmente la propuesta de un euro digital en junio, lo que implicaría su aceptación como medio de pago oficial.
«La emisión de un euro digital no puede poner en riesgo la estabilidad del sistema financiero», subrayó Delgado. A pesar de la solidez del sistema bancario de la eurozona, la funcionaria advirtió sobre la necesidad de considerar los posibles elementos que podrían impactar la competitividad y la viabilidad económica de los bancos en la región.
Delgado también señaló la relevancia de evaluar cómo un euro digital podría afectar la liquidez de los bancos debido a la transferencia de fondos de las cuentas bancarias tradicionales hacia las carteras digitales denominadas en euros. La implementación de un euro digital brindaría una solución de pago basada en la infraestructura europea y con aceptación en todos los países de la eurozona.
Para mitigar eventuales consecuencias adversas en la estabilidad financiera, Delgado sugirió la posibilidad de introducir medidas como la fijación de un límite de alrededor de 3 000 euros (3 200 dólares) en la cantidad de euros digitales que los usuarios pueden poseer. Estas consideraciones fueron compartidas por Delgado en un discurso publicado en el sitio web del Banco de España.
El contexto de la pandemia de COVID-19 aceleró el crecimiento de los pagos electrónicos en la Unión Europea, elevando la cifra de 184,2 billones de euros (220,7 billones de dólares) en 2017 a 240 billones de euros en 2021. Mientras el BCE se enfrenta a la decisión de implementar el euro digital, la comunidad financiera observa atentamente cómo esta medida podría transformar el panorama de los servicios de pago en la eurozona.
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