El ascenso de la empresa china marca un punto de inflexión en la carrera global por los cohetes reutilizables. Su nuevo lanzador, Zhuque-3, sitúa a China frente a una oportunidad estratégica en el mercado espacial comercial.

LandSpace nació en 2015 en Pekín como una de las primeras compañías beneficiadas por la apertura parcial del sector aeroespacial chino al capital privado. Desde entonces, ha recaudado miles de millones de yuanes de fondos como HongShan (antes Sequoia China), inversores industriales como Country Garden, así como fondos estatales dedicados a impulsar el hardware y la manufactura avanzada. Esta combinación de capital público y privado ha permitido que LandSpace avance a un ritmo inusual dentro del ecosistema tecnológico del país.

El verdadero salto llegó en julio de 2023, cuando la compañía logró lanzar con éxito el Zhuque-2, el primer cohete del mundo alimentado por metano y oxígeno líquido que alcanzaba la órbita. Ninguna empresa estadounidense —incluyendo SpaceX o Blue Origin— había logrado antes ese tipo de propulsión en un vuelo orbital. El hito convirtió a LandSpace en la firma privada más avanzada de China y en la candidata más cercana a replicar la fórmula de innovación de la industria espacial estadounidense.

Zhuque-3: apuesta total por la reutilización

Tras el éxito de Zhuque-2, los esfuerzos se concentran ahora en Zhuque-3, un cohete de acero inoxidable diseñado para poner entre 20 y 25 toneladas en órbita baja. Esto multiplica por varios enteros la capacidad del modelo anterior y sitúa a LandSpace en competencia directa con la categoría del Falcon 9 de SpaceX.

El elemento clave del proyecto es su diseño reutilizable. Si Zhuque-3 consigue despegar, volver a la atmósfera y aterrizar de una pieza, LandSpace se convertiría en la primera empresa privada china —y solo la tercera en el mundo tras SpaceX y Blue Origin— en lograr la recuperación de un lanzador orbital de gran tamaño. El avance simboliza una transición histórica: son las compañías privadas chinas, y no las estatales tradicionales, las que están liderando la carrera hacia la reutilización para abaratar costes y aumentar la frecuencia de lanzamientos.

La reacción de Elon Musk y el desafío a Falcon 9

El progreso de Zhuque-3 no ha pasado desapercibido en Estados Unidos. En octubre, Elon Musk respondió en X a una publicación sobre el nuevo diseño afirmando que el cohete chino podría llegar a superar al Falcon 9 en rendimiento. Aunque es solo una valoración puntual, representa el reconocimiento explícito de que existe un competidor real fuera del ecosistema estadounidense.

El Falcon 9 es hoy el pilar que sostiene el despliegue de Starlink, la mayor constelación de satélites del mundo. Si China logra un sistema de lanzamientos igual de eficaz, podría acelerar la construcción de sus propias megaconstelaciones y ampliar su presencia en el mercado global de servicios espaciales.

Reutilización y constelaciones: una pieza estratégica para China

Para Pekín, empresas como LandSpace permiten combinar la experiencia de la industria estatal con la agilidad y la toma de riesgos de las startups. Este modelo es clave para desplegar constelaciones de satélites de comunicaciones y observación que compitan con las occidentales en los próximos años.

Tras el vuelo inaugural de Zhuque-3, LandSpace declaró que su objetivo es avanzar desde las primeras demostraciones de recuperación hacia la reutilización rutinaria, con un ritmo de operaciones similar al de una aerolínea. Un modelo así reduciría drásticamente los costes de acceso al espacio y reforzaría la autonomía tecnológica china.

Además, el desarrollo del Zhuque-3 refuerza la posición financiera de la empresa, que ya prepara su futura salida a bolsa en el STAR Market de Shanghái, un mercado especializado en tecnología avanzada. Su evolución la ha convertido en la empresa privada china con mayor potencial para desafiar el liderazgo de SpaceX en lanzamientos orbitales comerciales.