
O es que los niños se han hecho mayores.
Los que crecimos en los años 80 vivimos el comienzo de la edad de los videojuegos. Para nosotros eran un mero pasatiempo, pero nunca nos lo tomamos como algo trivial. Ahora estamos en una cultura muy diferente que permite que los jóvenes se ganen la vida (y de qué manera) jugando a videojuegos.
Del cartucho, al CD, a la descarga.
Si te digo que hubo un tiempo en el que, para jugar a un videojuego, tenías que meter una cinta de cassette en una consola y escuchar unos sonidos infernales (un buen rato) hasta que la información se cargaba en tu diminuta pantalla y aparecía algo similar a un juego, ¿me creerías?.
Sí, antes de que todo fuera inmediato y tuviéramos barra libre gracias al streaming, hubo una década en la que jugar era sinónimo de gastar dinero poco a poco, moneda a moneda. Pasar las horas en un salón repleto de máquinas recreativas fue el pasatiempo favorito de toda una generación de niños y adolescentes. La escasa oferta multimedia a nuestro alrededor nos hacía contemplar aquellas grandes máquinas encastradas en robustos muebles de madera y conglomerado, como si fueran monolitos a los que rendir pleitesía […]
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