Educación & Ciencia

¿Cómo afecta la inteligencia artificial a nuestra comprensión de la historia?

La Rendición de Granada, realizada por Francisco Pradilla y Ortiz en 1882. Wikimedia Commons

Con el desarrollo de la inteligencia artificial y las imágenes generadas por dicha tecnología que inundan las redes surgen varias preguntas. ¿Qué peso puede tener la cada vez más abundante presencia de este tipo de imágenes en nuestra comprensión de la historia? ¿Cómo va a influir esta en la visión que la sociedad va construyendo de la historia? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias para la enseñanza de la historia en las escuelas?

Analicemos brevemente los intríngulis de esta relación.

¿Un problema del siglo XXI?

Ante la alarma existente, se ha de recordar un aspecto que se considera clave: la generación de imágenes para ilustrar hechos de la historia siempre ha existido. Cuando Velázquez pintó La rendición de Breda o cuando Goya recreó Los fusilamientos del 3 de mayo en Madrid había una intencionalidad y una narrativa. Cuando en España se piensa en estos episodios nuestra memoria tira de estas imágenes, generadas, en este caso, por inteligencia humana. 

¿Pero son estas una representación del pasado? ¿Hasta qué punto este se parecía a lo que estas obras maestras muestran? Es cierto que Velázquez y Goya eran contemporáneos a los hechos que narraban, pero eso no evitaba su sesgo o su posicionamiento (o el de sus mecenas), que influía en cómo eran representados los hechos.

Más destacable todavía es cuando ciertas obras de arte se realizan siglos después de los hechos que describen pero se constituyen como representaciones fidedignas del pasado en nuestra memoria. ¿Qué sucede si se habla de la rendición de Granada? ¿Qué imagen nos viene a la cabeza cuando hay que imaginarse a Colón llegando a América?

Inmediatamente aparece en nuestra mente una escena nítida del hecho, que posee muchas concomitancias con las pinturas históricas del siglo XIX, utilizadas hasta la saciedad en libros de texto, de divulgación o en redes.

Pintadas casi cuatro siglos después, poco tienen que ver con los acontecimientos que tratan de representar. En su creación, los pintores se nutrían de la memoria colectiva que la sociedad conservaba de esas hazañas o hechos y, principalmente, del mensaje que se quería narrar: la exaltación de personajes e hitos clave para la narración maestra de una nación, del origen y desarrollo de la nacionalidad española

Volvemos a hablar, pues, de imágenes generadas por inteligencia humana con una clara intencionalidad narrativa. 

¿Fotografías fieles?

Pero no es necesario irse tan lejos en el tiempo: la fotografía, método de documentación gráfica de sucesos y noticias por excelencia, tampoco es inocente. Está determinada igualmente por el fin narrativo del fotógrafo: ¿qué dejo dentro del encuadre? ¿Qué momento selecciono? ¿Qué tonalidades utilizo? Nada queda al azar. 

Y, sin embargo, todos estos documentos (fuentes de la historia) han sido consumidos acríticamente durante décadas, como testimonios reales del pasado, como fotografías exactas de lo que aconteció, y asumidas en nuestra memoria sin demasiadas reticencias.

Puedes leer el artículo completo en The Conversation


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