En un fallo que plantea cuestiones sobre los límites de la propiedad intelectual en la era de la inteligencia artificial, un tribunal de Estados Unidos en Washington, D.C., ha dictaminado que las obras de arte creadas exclusivamente por sistemas de inteligencia artificial no pueden estar protegidas por derechos de autor bajo la ley estadounidense. La jueza de distrito Beryl Howell emitió esta decisión, respaldando el rechazo de la Oficina de Derechos de Autor a una solicitud presentada por el científico informático Stephen Thaler en nombre de su sistema de IA llamado DABUS.

La decisión legal subraya que solo las obras con autores humanos pueden recibir derechos de autor, una postura respaldada por la jueza Howell. La solicitud de derechos de autor que Thaler presentó en 2018 para una obra de arte generada por DABUS, que él afirmaba no tenía ninguna contribución humana, fue rechazada por la Oficina de Derechos de Autor el año pasado. Thaler cuestionó esta decisión en un tribunal federal, argumentando que la autoría humana no es un requisito legal específico y que permitir que las obras de arte generadas por IA tengan derechos de autor estaría alineado con el propósito de los derechos de autor de «promover el progreso de la ciencia y las artes útiles», tal como se describe en la Constitución de los Estados Unidos.

La jueza Howell, sin embargo, estuvo de acuerdo con la Oficina de Derechos de Autor, respaldando la idea de que la autoría humana es un «requisito fundamental de los derechos de autor». Aunque el campo de la inteligencia artificial generativa ha planteado desafíos y preguntas nuevas en torno a la propiedad intelectual, Howell señaló que este caso en particular no es tan complejo y que la autoría humana es una base sólida en la historia de los derechos de autor.

Este fallo podría tener implicaciones significativas en el ámbito de la creación artística y la propiedad intelectual en el futuro. A medida que los artistas exploran y emplean la IA en sus procesos creativos, el tema de los derechos de autor para las obras generadas por máquinas se convierte en una cuestión relevante y en constante evolución. La intersección entre tecnología y propiedad intelectual seguirá siendo un terreno fértil para el debate legal en los años venideros.

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