Samsung Electronics y SK Hynix han recibido una exención indefinida para suministrar equipos de chips de EE. UU. a sus fábricas en China. La decisión, anunciada por la oficina presidencial de Corea del Sur, elimina la necesidad de aprobaciones separadas de EE. UU. y alivia las incertidumbres sobre las operaciones e inversiones de estas empresas en China.

Detalles de la exención.

Estados Unidos ha extendido una exención previamente concedida a los fabricantes de chips surcoreanos, permitiéndoles traer equipos de chips de EE. UU. a China sin requerir licencias adicionales. Choi Sang-mok, secretario presidencial senior de asuntos económicos de Corea del Sur, afirmó que la decisión permite a las empresas surcoreanas «buscar con calma estrategias de gestión global a largo plazo».

El Departamento de Comercio de EE. UU. está actualizando su lista de «usuario final validado» para incluir a Samsung y SK Hynix, lo que significa que estas empresas pueden continuar suministrando ciertas herramientas de fabricación de chips de EE. UU. a sus instalaciones en China sin necesidad de permisos adicionales.

Reacciones de las empresas.

Samsung y SK Hynix han acogido con satisfacción la medida. Ambas empresas han invertido miles de millones de dólares en sus instalaciones de producción de chips en China. Samsung señaló que la decisión «elimina significativamente las incertidumbres» relacionadas con sus operaciones en China. SK Hynix también celebró la decisión, afirmando que contribuirá a la «estabilización de la cadena de suministro global de semiconductores».

Samsung Electronics produce aproximadamente el 40% de sus chips flash NAND en su planta de Xian, China, mientras que SK Hynix fabrica alrededor del 40% de sus chips DRAM en Wuxi y el 20% de sus chips flash NAND en Dalian. Según datos de TrendForce, las dos empresas controlaban casi el 70% del mercado global de DRAM y el 50% del mercado flash NAND a finales de junio.

La exención indefinida otorgada a Samsung y SK Hynix para suministrar equipos de chips de EE. UU. a China representa un hito significativo en las relaciones comerciales entre Corea del Sur, China y Estados Unidos. La decisión no solo beneficia a las empresas surcoreanas, sino que también contribuye a la estabilidad de la cadena de suministro global de semiconductores.