
La Unión Europea anuncia un plan revolucionario para recortar las emisiones de CO2 en un 90% para 2040, apuntando a tecnologías emergentes de captura de carbono. Mientras el mundo observa, las reacciones no se hacen esperar ante un objetivo tan audaz como controvertido.
La Comisión Europea ha establecido un nuevo hito en la lucha contra el cambio climático, proponiendo una reducción del 90% en las emisiones de dióxido de carbono procedentes de combustibles fósiles para el año 2040, en comparación con los niveles de 1990. Este ambicioso objetivo busca transformar radicalmente el sistema energético de la Unión Europea, apoyándose en gran medida en la captura y almacenamiento de carbono (CAC) para lograrlo.
La propuesta ha desencadenado un debate intenso. Aunque todavía no se ha presentado formalmente, ya enfrenta críticas por confiar demasiado en tecnologías de captura de carbono, consideradas por muchos como arriesgadas e inexploradas a gran escala. Los grupos ecologistas también han señalado una omisión significativa: el plan menciona la eliminación gradual del carbón, pero no detalla una estrategia similar para el petróleo y el gas.
Dominic Eagleton, de Global Witness, critica la falta de un plan concreto para dejar atrás los combustibles fósiles, comparando los objetivos de reducción de emisiones sin una estrategia de eliminación como una «bicicleta sin pedales». Esta analogía subraya la preocupación de que, sin acciones decisivas para cortar en la fuente la producción de gases de efecto invernadero, los objetivos pueden resultar poco realistas.
La UE se acercó a un compromiso global para la eliminación gradual de los combustibles fósiles durante la conferencia sobre el clima de las Naciones Unidas en Dubai, pero el acuerdo final solo sugirió una «transición justa, ordenada y equitativa» de los combustibles fósiles, dejando espacio para tecnologías de captura de carbono.
Según la hoja de ruta climática de la UE hasta 2040, aproximadamente el 8% de la reducción total del 90% en las emisiones podría lograrse a través de la CAC, lo que en la práctica reduce el objetivo real de reducción al 82%. La estrategia depende de tecnologías emergentes para absorber y almacenar CO2, con el objetivo de almacenar 280 millones de toneladas métricas de CO2 capturado anualmente para 2040.
El vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maroš Šefčovič, destaca la necesidad de impulsar la innovación en tecnologías de CAC para abordar las emisiones en sectores difíciles de adaptar. Sin embargo, con un costo aproximado de 600 dólares por tonelada métrica para eliminar el CO2 de la atmósfera, la viabilidad económica de estas tecnologías sigue siendo una gran preocupación.
Sarah Brown, de Ember, señala que un exceso de dependencia en la CAC podría ser una excusa para prolongar la vida de las plantas de gas, lo que plantea preguntas sobre la sinceridad de la transición energética. A pesar de estas preocupaciones, ella considera el plan 2040 como un paso alentador hacia el cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París.
El objetivo de 2040 es provisional y podría verse modificado tras las elecciones al Parlamento Europeo en junio. Este nuevo enfoque refleja las tensiones entre la ambición climática y la realidad política y económica, en un momento en que la UE busca liderar el camino hacia un futuro más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles.
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