El gigante tecnológico Intel ha sido sancionada con una multa de 376 millones de euros (aproximadamente 400 millones de dólares) por la Unión Europea. Este fallo resucita un caso antimonopolio que tiene sus raíces en prácticas anticompetitivas llevadas a cabo por la empresa hace casi dos décadas. A continuación, desglosamos los pormenores del caso y sus posibles repercusiones.

En 2009, Intel recibió inicialmente una multa récord de 1.060 millones de euros por prácticas anticompetitivas que perjudicaron a su rival Advanced Micro Devices (AMD). Esta multa fue desestimada el año pasado por el Tribunal General con sede en Luxemburgo. No obstante, el tribunal sí estuvo de acuerdo con la Comisión Europea en que Intel había excluido ilegalmente a sus competidores del mercado, llevando a la reapertura del caso.

El núcleo de la acusación contra Intel se centra en el periodo comprendido entre noviembre de 2002 y diciembre de 2006. Durante estos años, Intel efectuó pagos a HP, Acer y Lenovo para detener o retrasar los productos de su competidor AMD. Esta acción fue considerada un abuso claro de su posición dominante en el mercado de chips.

La Comisión Europea afirmó que las «restricciones manifiestas de Intel equivalían a un abuso de posición dominante en el mercado según las normas de competencia de la UE». Por su parte, Intel indicó que está evaluando sus opciones legales y el importe de la multa para determinar si procederán con un recurso ante los tribunales europeos.

Esta sanción se produce en un momento delicado para Intel, que está a la espera de la aprobación de casi 10 mil millones de euros en subsidios estatales alemanes para construir una planta de fabricación de chips en Alemania. Además, la Comisión ha apelado otras partes del fallo del Tribunal General relacionadas con reembolsos condicionales ofrecidos por Intel. La decisión puede tener efectos a largo plazo en cómo se regulan las prácticas anticompetitivas en la industria de la tecnología. Además, ofrece un punto de referencia para futuras acciones legales en casos similares, no solo para Intel sino también para otros gigantes tecnológicos que puedan estar involucrados en prácticas anticompetitivas.

El fallo contra Intel podría tener importantes implicaciones tanto para la empresa como para la industria tecnológica en general. No solo resalta la continua vigilancia de las autoridades reguladoras sobre las grandes empresas tecnológicas, sino que también pone en relieve la importancia del juego limpio en la competencia dentro de mercados altamente especializados como el de los chips para ordenadores.

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