Audio & Visual

Evolución de la música. Del vinilo al streaming

Empezaré diciendo que soy músico profesional. Esto por si solo no significa nada, puesto que para hablar de la música en streaming o en dispositivos físicos no es necesario ser músico. Sin embargo debido a este hecho he pasado gran parte de mi vida estudiando y aprendiendo a entender la música, y eso sí que me capacita para hablar con cierta propiedad sobre el tema. 

En cierto sentido las personas que han estudiado música acostumbramos a afinar el oído de forma diferente al resto. Con el tiempo llegamos a percibir una serie de matices que suelen estar algo ocultos al oído medio y que para un músico resultan diferenciales. Muchos músicos desarrollan una sensibilidad especial frente al sonido como parte de una deformación profesional que se adquiere con el tiempo. Todo esto, que suena algo pomposo y hasta prepotente, es lo que hace que tengamos una opinión más crítica frente a la calidad de la música hoy en día. No hablo ya de la calidad de lo que se compone, sino del medio que utilizamos para escuchar la música.

Sin duda alguna la mejor forma de escuchar música es, y será siempre, en directo. Aunque hoy en día se pueden percibir un sinfín de matices extra gracias al nivel de calidad de las grabaciones de audio actuales, la escucha de la música según se produce, en directo, es la mejor forma de acercarse a lo que el músico quiere expresar. Dejando a un lado esta consideración y teniendo en cuenta que el 99% de lo que escuchamos lo hacemos en diferido, también hay enormes diferencias entre los distintos medios que podemos usar para escuchar música. Quizás por esto es interesante echar un vistazo a los diferentes medios que se pueden utilizar para escuchar música hoy en día.


Un pequeño repaso a la historia

Lo primero que tuvo el ser humano a su disposición para escuchar sonidos en diferido fueron los fonoautógrafos. Unas pequeñas máquinas que usaban un diafragma que vibraba, junto con una aguja para reproducir los sonidos y un altavoz cónico para amplificar la señal. Estas máquinas estaban muy limitadas y su recreación del sonido era pésima, motivo por el que nunca llegaron a popularizarse del todo. Pero fueron las precursoras de lo que estaba por llegar: los tocadiscos.


Los discos de vinilo

Los tocadiscos utilizan una técnica similar al fonoautografo (un soporte físico y una aguja) pero ampliamente mejorada gracias a los avances técnicos y la investigación. Eran máquinas mucho más precisas, entre otras cosas gracias al soporte que utilizaban para reproducir la música: los vinilos. Su llegada fue considerada un avance sin igual para la humanidad. Centrándonos en los vinilos hay que saber que se trata de un soporte en forma de disco y de base plástica (policloruro de vinilo) que es tremendamente versátil y que permite grabar el audio con un nivel de fidelidad bastante alto, pues permite múltiples registros (mono y estéreo) que nos dan a cambio un acercamiento muy digno a la realidad. El disco consta de dos caras (A y B) en la que iban repartidos los temas del artista o grupo. Hay una separación visible entre canciones que nos permite llevar la aguja hasta el punto exacto en el que empieza la canción. Uno de lo principales problemas de este formato era que la aguja podía (y de hecho solía) rayar el disco, lo que producía saltos en la música de manera irreparable. Aunque este soporte se fue perfeccionando progresivamente tenía muchas limitaciones e inconvenientes. No obstante el soporte se popularizo y se mantuvo vivo durante décadas. Con la posterior llegada de los cassettes y luego los CDs pasó a un segundo plano. Prácticamente desapareció con la llegada del nuevo siglo pero en los últimos 10 años ha resurgido por encima del resto de formatos físicos. Ahora mismo vuelve a haber un mercado emergente, tanto por el creciente número de ediciones de discos en vinilo como por la cantidad de fans que tiene este soporte. Este resurgir atiende a diversos factores pero hay uno que resulta especialmente llamativo: mucha gente disfruta más la experiencia de escuchar música en vinilo frente a cualquier otro medio y cierta razón no les falta en esto.


Las cintas de cassette

Como parte de la evolución tecnológica, a finales de los años 70 el audio pasó a grabarse y reproducirse en un nuevo medio. Las cintas de cassette, que basaban su tecnología en una cinta magnética enrollada en una bobina que pasaba de un lado al otro de la cinta. Según girará la bobina en una dirección u otra podíamos escuchar los dos caras del disco. Tenían dos grandes ventajas respecto al vinilo; su portabilidad y una mayor fidelidad del sonido. Su principal inconveniente era que no podíamos seleccionar la canción con la misma facilidad que en los discos de vinilo. Por otro lado era muchísimo más compacta que un vinilo y mucho más resistente y duradera. Gracias al enorme mercado que se creó alrededor de las cintas de radio cassette se siguió innovando sobre este soporte y esto derivó en unos reproductores ultra portátiles (para la época) que se utilizaban mayoritariamente a finales de los 80 y principios de los 90. La marca que los convirtió en populares fue Sony, con su modelo Walkman, y como suele pasar en muchas ocasiones el nombre del producto se convirtió en el estándar para denominar al resto de reproductores. A la par que florecían los Walkmans por medio mundo empezaba a despuntar una nueva tecnología revolucionaria para la época que acabó devorando a las dos anteriores del mercado, el CD.


Los discos compactos

Los compact disc aparecieron comercialmente a finales de los años 80 y se popularizaron mayoritariamente durante la década de los 90. Su coste se abarato enormemente en muy poco tiempo y su calidad estaba muy por encima del resto de sus competidores, con lo que se creó un gran mercado en un tiempo récord. El punto diferencial de los CD era la calidad del audio. Además por primera vez en la historia todo el proceso se hacía en formato digital en vez de analógico. Representaba un salto cualitativo espectacular respecto a las anteriores generaciones del audio en soporte físico. Además de un tamaño mucho menor, que permitía prácticamente la misma portabilidad que las cintas de cassette, tenía otra serie de ventajas que marcaban la diferencia respecto a todo lo que había en el mercado. Ya con el auge de este formato también se popularizó un reproductor portátil para poder llevarlo a todas partes, pero no acabo de despegar como lo había hecho el Walkman en los años 80.


La música digital

Con la llegada de los CDs se inició una nueva etapa que evolucionó para llevar la música del formato físico a la informática. Los discos compactos guardan la música como datos y esos datos era lógico que se acabaran trasladando a los PCs (que ya en los 90 se habían popularizado) y más tarde a los reproductores digitales. Al principio había múltiples formatos de archivos de audio: FLAC, WAV, OGG, ACC, AC3, MP3, etc. El que al final se popularizó por tener una mayor calidad en un menor espacio fue el MP3. Y con este formato llegaron multitud de reproductores portátiles de audio que lo soportaban y que lo auparon hasta convertirlo en el standard de la industria musical. A principios de los 2000 los reproductores MP3 estaban por todas partes, cada vez eran más baratos y permitían llevar encima miles de canciones en un espacio diminuto. Las ventajas eran tantas que la gente devoró el concepto en un tiempo récord. Debido a que la música ahora eran datos y a la extremada facilidad con la que se conseguían esos datos “gratis” en internet, la piratería vivió su punto álgido. Esto fue un terremoto para la industria discográfica que ció como sus ingresos descendían vertiginosamente por todo el mundo. Ante esto hubo una empresa que tomó una iniciativa pionera en su momento. Apple lanzó la plataforma de venta de canciones iTunes en 2001 y la integró en sus Macs. Poco menos de 1 año después lanzó, a bombo y platillo, su reproductor iPod y cambió el las reglas para siempre. Su acogida fue muy buena porque mejoraba enormemente lo que ya existía en el mercado y aportaba una gran ventaja al usuario; sencillez de uso. El resto de reproductores eran confusos y cada uno era muy distinto al resto. El iPod vino para simplificar las cosas y ofrecer una alternativa legal a la piratería. Seis años más tarde, en 2007, Apple volvería a cambiar el mundo tecnológico con el iPhone. Aquí se fusionaron dos mundos en uno: por un lado los reproductores de música y por otro lado los teléfonos inteligentes. Esta fue el paso previo a la desaparición de los formatos físicos.


La música en streaming

Con el despegue de los smartphones la música ya no requería de un formato físico. Ahora ya estaban en la memoria de los teléfonos pero esto acarreaba ciertas limitaciones, las principales eran el espacio que ocupaba y la limitación de artistas que se podían llevar encima. Gracias a la mejora en las redes de comunicación (se pasó del 3G al 4G en pocos años) surgía una nueva posibilidad, escuchar la música alojada fuera de nuestro control directo. El streaming era la solución perfecta para la industria frente a la piratería porque nos daba acceso a un catálogo casi infinito sin ocupar espacio en nuestros teléfonos. El beneficio viene por el coste de las suscripciones y porque al final no deja de ser un alquiler de un servicio más que una compra como tal. Ahora se paga por escuchar y no por tener. 

Los pros del streaming son mucho mayores que los contras solo si nos fijamos en ciertos parámetros populares. Sin embargo, hay una serie de particularidades negativas que los aficionados a la música han encontrado en este sistema. Ahora la música se devora de forma instantánea en cualquier lugar, lo que hace que inconscientemente prestemos mucha menos atención a lo que oímos (cosa que a veces es mejor dada la calidad de gran parte de la música actual). Ahora la calidad del audio que escuchamos está en gran medida limitada por la calidad de los casos que usamos, la mayor parte de la música que se oye al día se hace de esta forma. Ahora ya no se presta tanta atención al mensaje que lleva la música como antes de la llegada del streaming, las corrientes mayoritarias de la música actual se basan en ritmos y tiempos muy simples y repetitivos. Por supuesto estas son afirmaciones subjetivas basadas en la apreciación de como veo que ha evolucionado el entorno cultural. Pero en base a esto se ha recuperado una parte del mercado, la de los fans del vinilo, y esta afirmación es tan cierta como chocante. En un mundo dominado por la inmediatez, el consumo rápido y la música “barata” hay cada vez más gente que quiere volver a la esencia de lo que supuso la llegada de la música a la cultura popular. El ritual de elegir y comprar el vinilo en la tienda. El sentido de coleccionar la música y darle un lugar especial en nuestro hogar. El cuidado proceso de preparar el disco para su escucha y disfrutar del arte que lo envuelve y transporta. La sensación de parar nuestra vida para escuchar música, solo por el placer de escuchar, lo que choca frontalmente con el concepto de oír algo mientras hacemos otra cosa. Estas son algunas de las razones que ha llevado a revivir un mercado no tan residual como se piensa.

No hay nada malo en la música en streaming. Tiene ciertas ventajas innegables que no se pueden cuestionar. Pero aunque el acto sea el mismo (escuchar música) el concepto es muy distinto. Ambas corrientes conviven y es muy frecuente encontrar aficionados a los vinilos que también están suscritos a algún servicio de música en streaming, solo que ellos deciden qué tipo de experiencia quieren vivir cuando ponen música en su vida. El pasado nos puede dar grandes lecciones sobre cómo debe ser el presente, solo hay que pararse a escuchar.

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